El ozono (O₃) es una molécula peculiar: dependiendo de dónde se encuentre en la atmósfera, puede ser un héroe o un villano. En la estratosfera, actúa como un escudo protector contra la radiación ultravioleta del Sol, mientras que en la troposfera se convierte en un contaminante nocivo para la salud y el medio ambiente. Pero, ¿cómo puede una misma sustancia tener efectos tan opuestos?
El Ozono Estratosférico: Nuestro Escudo Natural
En la estratosfera, entre 15 y 35 kilómetros sobre la superficie terrestre, se encuentra la llamada “capa de ozono”. Esta franja de ozono es vital para la vida en la Tierra porque absorbe la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) del Sol, especialmente la UV-B y UV-C, que son extremadamente dañinas para los seres vivos. Sin esta protección, la radiación solar aumentaría drásticamente los casos de cáncer de piel, cataratas oculares y daños en los ecosistemas.
Sin embargo, esta capa no es invulnerable. A finales del siglo XX, los científicos descubrieron que ciertos compuestos químicos, como los clorofluorocarbonos (CFC), estaban destruyendo la capa de ozono. Este hallazgo llevó a la firma del Protocolo de Montreal en 1987, un acuerdo internacional que restringió el uso de estas sustancias, permitiendo la recuperación gradual del ozono estratosférico.
El Ozono Troposférico: Un Contaminante Peligroso
A diferencia de su contraparte estratosférica, el ozono troposférico se forma cerca de la superficie terrestre y es perjudicial para la salud humana y el medio ambiente. Se genera a partir de reacciones fotoquímicas entre óxidos de nitrógeno (NOₓ) y compuestos orgánicos volátiles (COV) en presencia de la luz solar. Estas sustancias provienen de fuentes como la quema de combustibles fósiles, las emisiones industriales y los escapes de los vehículos.
El ozono troposférico es un contaminante secundario que causa problemas respiratorios, agrava enfermedades como el asma y reduce la función pulmonar. Además, daña la vegetación, afectando el crecimiento de cultivos y bosques, y contribuye al cambio climático al actuar como un gas de efecto invernadero.
Balanceando la Presencia del Ozono
La paradoja del ozono radica en que necesitamos conservarlo en la estratosfera y reducirlo en la troposfera. Esto implica seguir regulaciones ambientales que limiten las emisiones de contaminantes precursores del ozono a nivel del suelo y, al mismo tiempo, evitar sustancias que destruyan la capa de ozono.
La lucha por mantener el equilibrio del ozono es un reto global, pero también es un ejemplo de cómo la ciencia y la cooperación internacional pueden abordar problemas ambientales. Gracias a los esfuerzos continuos, hemos logrado avances en la recuperación de la capa de ozono y en la reducción de la contaminación del aire, demostrando que la acción humana puede tener un impacto positivo en el planeta.