“Sin químicos”. Todos hemos escuchado esta frase en algún comercial
que busca adeptos y, claro, también dinero. Pero, pensemos un poco.
¿Existe algo sin químicos?
¿Bebieron hoy un vaso de agua? Si lo hicieron, ¡han consumido un
químico! Uno compuesto por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. H2O
es su código simplificado en el lenguaje de la química. Y sin agua no
hay vida, al menos como la conocemos en nuestro planeta. Más aún, si
bebieron un vaso de agua típico, o sea, unos 250 mililitros, quiere
decir que consumieron no unas pocas, sino muchísimas moléculas de agua.
Aproximadamente 8.4×1024 de ellas ¿Se imaginan? ¡8.4 billones
de billones de moléculas de agua en tan solo un vaso! Y se recomienda
que bebamos entre cuatro y ocho vasos al día.
Todo lo que nos rodea está constituido por átomos, muchos de ellos
unidos entre sí para formar lo que conocemos como moléculas. Incluso los
humanos estamos hechos de moléculas. Regresemos al agua. El 60% de
nuestro cuerpo es agua y si analizamos proporciones en nuestra especie
con más detalle: el agua representa el 70% de la piel, el 80% de la
sangre y el 85% de los pulmones.
La química es la ciencia que estudia cómo se forman y rompen los
enlaces entre átomos para crear o deshacer moléculas. Entonces, ¿es la
química una ciencia oscura?, ¿somos los químicos un peligro?, ¿lo son
las sustancias químicas? No, no pueden serlo. Eso sí, que sean
beneficiosos o dañinos depende de cómo se usen. Lo mismo sucede con las
palabras.
En realidad, lo que debería decir el comercial es “sin químicos
añadidos”. O mejor aún, especificar qué fue lo que no se añadió
(azúcares, saborizantes, aceites, preservantes, sal, colorantes, etc.).
Eso sí sería algo bueno. Por ejemplo, querría decir que el jugo de
naranja que refresca nuestros desayunos viene sin más azúcar que la que
endulzaba el corazón de las naranjas. Así, como lo preparamos en casa:
tomamos la naranja, la exprimimos y listo, a disfrutar el dorado
líquido.
En esta columna vamos a hablar de ciencia, la química es solo una de
ellas. Lo haremos sin tapujos ni segundas intenciones. Aquí no vendemos
nada. Solo intentamos regalar lo único que si se reparte toca a más:
conocimiento. Brindemos, con un vaso de agua, por el amor a la ciencia,
por develar sus mitos y realidades.